Decir “no tengo dinero” es fácil. Decir “no sé qué hacer con mi dinero” es otra historia. Hay algo incómodo en admitir que el problema no siempre es la falta de ingresos, sino la falta de educación financiera. Nos enseñaron a trabajar por dinero, pero no a hacer que el dinero trabaje por nosotras. Y en ese vacío de información crecen el miedo, la evasión y las excusas.

Abrir un estado de cuenta, revisar cuánto debemos o decidir dónde ahorrar nos pone en una posición incómoda porque implica tomar responsabilidad. Es más fácil ignorar lo que no entendemos que enfrentarlo. Pero el dinero no desaparece porque cerremos los ojos. Al contrario, sigue moviéndose, tomando decisiones por nosotras en forma de intereses, suscripciones olvidadas, gastos hormiga y oportunidades que dejamos pasar por no atrevernos a preguntar.

Vivimos en una época en la que tenemos más herramientas que nunca para aprender de finanzas, pero seguimos sintiendo que es un tema ajeno, técnico, reservado para los expertos. Creemos que solo alguien con un sueldo enorme puede hablar de inversiones, que solo la gente con un negocio necesita administrar bien su dinero o que la estabilidad financiera es un objetivo inalcanzable.

Pero aquí está la otra cara de la moneda: conocer tu dinero cambia tu vida. No se trata solo de gastar menos o vivir con miedo al futuro. Se trata de tener control, de dejar de reaccionar y empezar a decidir. Cuando entiendes cómo funcionan tus ingresos y gastos, tomas mejores decisiones. Cuando sabes ahorrar e invertir, el dinero deja de ser una preocupación constante y se convierte en una herramienta para construir lo que quieres.

Tener claridad financiera te da poder. Te permite tomar decisiones con confianza, sin la sensación de que estás improvisando con cada pago. Saber cuánto ganas y cuánto gastas te da tranquilidad, porque sabes que puedes darte gustos sin remordimientos y sin comprometer tu estabilidad. También te permite soñar en grande: viajar, independizarte, comprar algo importante, emprender o simplemente vivir sin la angustia del “¿y si algo pasa?”, es mucho más posible cuando tienes un plan.

Hablar de dinero no tiene que ser incómodo. Cuestionar las creencias que nos heredaron sobre el dinero es el primer paso para construir una relación más sana con él. Y aunque el tema no nos lo enseñaron en casa o en la escuela, tenemos la oportunidad de aprenderlo ahora, como buenas adultas responsables.

La realidad es que el dinero está en todo, está en las decisiones diarias. Ahorrar no es un lujo. Invertir no es una apuesta.

Si sientes que hablar de dinero te da ansiedad, probablemente sea porque nunca te explicaron cómo hacerlo sin miedo. Pero no es tarde. Y de eso trata el nuevo episodio de Pequeña necesidad: de empezar a ver el dinero como una herramienta en vez de un problema.

Escucha el episodio completo en Spotify o Youtube.

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Foto de Konstantin Evdokimov en Unsplash

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