Hace unos días, mientras caminaba al centro comercial, noté que ya se sentía ese cambio típico del otoño. No fue nada romántico, tipo hojas cayendo o un atardecer espectacular. Más bien, fue ese airecito fresco que te hace pensar: “ok, se acabó el calor”. Y claro, ya todo estaba lleno de cafés anunciando sus bebidas de temporada… sí, con calabazas. En ese momento me di cuenta de que ya estaba emocionada por el otoño.
¿Te ha pasado? No sé qué tiene esta época, pero siempre logra que nos sintamos diferentes. Tal vez es el clima, las comidas o esa sensación de renovación que trae. Lo cierto es que, de alguna forma, el otoño tiene un lugar especial en nuestros corazones.
Hojas amarillas, naranjas y rojas por todas partes
Cuando llega el otoño, todo se llena de colores: hojas amarillas, naranjas y rojas. Es un cambio que no puedes ignorar. No es que de pronto el mundo se vuelva poético, pero es como un respiro visual y mental. Hay algo en ese paisaje que te hace sentir más tranquila, como si todo bajara un poco de velocidad.
El clima fresco también ayuda. Ya no estás huyendo del sol abrasador, el otoño llega a darte permiso de relajarte, sin tanto caos.
¿Nos gusta el otoño por las películas?
No es ningún secreto que las películas han jugado un papel en nuestra fascinación por el otoño. Piensa en esas escenas icónicas: paseos por parques llenos de hojas que truenan si las pisas, abrigos y horas junto a una ventana mientras llueve. El cine ha hecho del otoño una especie de “mood estacional”. De alguna manera, esas imágenes nos han vendido (y hemos comprado) la idea de que esta estación es el momento ideal para grandes revelaciones personales o romances inesperados.
Lo curioso es que muchas veces intentamos replicar esas escenas en nuestra propia vida. Ya sea una caminata tranquila o un café viendo cómo cambia el clima, es casi como si quisiéramos vivir ese “otoño de película”. No es que esté mal, pero quizás buscamos “vivir más de Hollywood” romantizando nuestra propia experiencia. ¿Será?
¿Y qué hay de los libros?
Pero no solo el cine ha contribuido a nuestro gusto por los últimos meses del año. Los libros también han hecho su trabajo. Pensemos en cómo el otoño se presenta en muchas historias, no solo como una estación, sino como una levadura para cambios importantes. Esa imagen del protagonista sentado junto a una ventana con un libro en la mano, viendo cómo caen las hojas, no sale de la nada.
El otoño, en los libros, es más que un paisaje. Es casi siempre un periodo de transformación. Es el momento en que los personajes deciden tomar una gran decisión o reflexionar sobre lo que viene. Quizás esa es una de las razones por la que el otoño nos atrae tanto: en nuestra mente, lo relacionamos con un periodo de pausa, pero también de renovación. Mientras leemos esas historias, empezamos a preguntarnos si el otoño podría ser nuestro propio tiempo de reflexión y cambio. Y aunque nuestra vida no se desarrolle como en una novela, sentimos que hay algo en esta estación que nos da el espacio para pensar y redefinir lo que queremos.
Tal vez el otoño nos guste tanto porque es una estación que, de forma natural, nos invita a parar, observar y decidir qué sigue en nuestra propia historia… ¿crees?
Los aromas, las tradiciones y la calidez
Hablemos del ambiente colectivo, la mayoría de nosotros sentimos que el otoño trae consigo una especie de comodidad emocional. Es una temporada que nos invita a conectar con lo que nos rodea: las tradiciones, los aromas familiares, y esa necesidad de hacer de nuestro entorno algo más acogedor.
Según estudios psicológicos, el cambio de estación, en particular el otoño, puede influir en nuestro estado de ánimo y emociones. Un estudio publicado en The Journal of Affective Disorders sugiere que el descenso gradual de la luz solar impacta en nuestros niveles de serotonina, lo que nos lleva a momentos más introspectivos y reflexivos. Esto explica por qué tendemos a sentirnos más nostálgicos o en busca de reconexión con lo que nos rodea.
Entonces sí, en esta temporada, es común y normal sentir un deseo de estar más en casa y buscar actividades que generen calidez, ¿no sientes que es cuando más ganas te dan de cocinar y ver películas? Ceeeero es casualidad.
Después de leer lo que la ciencia nos dice, ¿será que el otoño nos trae beneficios?
El otoño tiene una forma de cambiar no solo lo que vemos afuera, sino también cómo nos sentimos por dentro. Es una temporada que nos pone en la mesa la oportunidad de hacer ajustes sencillos pero efectivos en nuestra vida diaria, sin complicarnos demasiado. Aquí te dejo algunas coritas que puedes aplicar para sentirte mejor, sin esfuerzo extra ni nada complejo:
- Revisa lo que comes, pero sin pensar en dieta: Aprovecha que el otoño trae productos de temporada como la calabaza, el brócoli o el camote. Otra vez, no es casualidad que alimentos que te ayudan a mantenerte sana durante este clima aparezcan en el otoño.
- Muévete con un propósito, no “por la obligación de hacer ejercicio”: Con el clima más fresco, salir a caminar a veces es más amable sin el sol quemándote la cara. No necesitas dedicarte solo al “ejercicio” como tal, sino encontrar la forma de moverte mientras haces algo que de todos modos necesitas hacer.
- Establece límites con las pantallas: No te digo que abandones tu cel o tv poe completo, pero puedes establecer ciertos horarios sin pantalla, como cuando comes o antes de dormir. Esto te ayudará a desconectar de manera natural, sin la presión de “desconectarte de todo”. (Yo ando en eso y aunque no es fácil, se siente bien cuando lo logro)
- Organiza tu espacio de manera práctica: Por ejemplo, cambia la orientación de tu cama o del escritorio para aprovechar mejor la luz natural o hacer que el espacio se sienta más funcional y cómodo.
En resumen: aprovecha lo que esta temporada nos trae adaptado un poquito tu rutina y estilo de vida.
Cuéntame, ¿qué sientes cuándo llega el otoño?, ¿qué es eso que ti te emociona tanto de esta época del año?